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“La enterré en dos hoyos”. Así confesó ayer la expareja de Juana Canal, casi veinte años después, cómo descuartizó y ocultó su cadáver cerca de una finca de su familia en el municipio abulense de Navalacruz, a unos 100 kilómetros del barrio madrileño de Pueblo Nuevo, donde se perdió la pista de esta mujer cuando tenía 38 años.

Desde un primer momento, la familia de la desaparecida sospechó del nuevo novio de Juana, que se había separado de su anterior pareja, ya que en ningún momento se implicó en la búsqueda de la mujer, pero en aquella época la Policía no certificó que se trataba de una desaparición forzosa.

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